MARÍA VALERIO
(enviada especial a Tomsk, Rusia).- Probablemente no haya un lugar más diferente al sanatorio de tuberculosis que Thomas Mann describe en su Montaña mágica (1924) que el actual hospital de Tomsk, una localidad situada 3.000 kilómetros al este de Moscú. Las habitaciones donde varios pacientes ven la televisión, en nada se parecen al cuarto individual del que disfrutaba en la novela el joven Hans Castorp.
Éste es uno de los remotos lugares de la Federación Rusa donde las autoridades tratan de combatir un problema creciente y preocupante: la tuberculosis multirresistente (MDR-TB). De hecho, junto a Sudáfrica, China y la India, Rusia ostenta el dudoso honor de encabezar la lista de países con más casos de pacientes que han dejado de responder al menos a dos de los fármacos disponibles en primera línea para combatir esta infección respiratoria (la isoniazida y la rifampicina). Cuando el problema se agrava aún más, aparece la tuberculosis extremadamente resistente (XDR-TB).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que un tercio de la población mundial es portadora de alguna forma latente de la enfermedad en sus pulmones. En la mayoría de los casos, el sistema inmune mantiene bajo control al Mycobacterium tuberculosis (el bacilo de Koch). Como explica el doctor Rafael Blanquer, neumólogo del Hospital Doctor Peset de Valencia, en estas infecciones latentes no suele administrarse tratamiento; salvo que el individuo haya estado en contacto con algún caso confirmado. Estas personas suelen recibir uno o dos fármacos durante tres meses, "es lo que antes se llamaba quimioprofilaxis; que es especialmente importante en los niños que, por ejemplo, han estado en contacto con un familiar afectado". sigue.......
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