Pocas veces el subtítulo de un libro logra sintetizar todo su contenido, mensaje y valor. Historias de médicos abnegados que ofrendan sus capacidades y sus vidas para asistir a los pobres y desamparados del mundo son siempre bienvenidas y estimulantes porque arrojan una luz de esperanza en este mundo cada vez más oscuro y tenebroso.
El Dr. Arrowshmith, La Historia de Saint Michelle, la gesta del Dr. Schweitzer, Las estrellas miran hacia abajo, La ciudadela, fueron las fuentes inspiradoras de nuestros años mozos de estudiantes del secundario y de Medicina, que despertaron un anhelo de servicio y entrega que afortunadamente sobrevivieron a las exigencias de una sociedad orientada al beneficio propio y al lucimiento personal.
Paul Farmer nació en 1959 en un pueblo de Alabama y desde niño mostró un talento especial y gran amor a la lectura. Hijo de un matrimonio bohemio que vivió con sus seis hijos muchos años en un ómnibus viejo y luego en un barco abandonado. Su infancia fue una buena preparación para una vida viajera. Asistió a la universidad de Duke con una beca y luego fue aceptado en la Facultad de Medicina de Harvard., para estudiar medicina y antropología a los 24 años. Durante esa época la vida y escritos de Virchow fueron su inspiración . “Virchow tenía una visión inclusiva. Patología, medicina social, política, antropología. Mi modelo”
Cuando recorrió plantaciones de tabaco en Carolina del Norte conoció a muchos trabajadores golondrinas haitianos. Las miserables condiciones de vida le hizo escribir un artículo “Haitianos sin hogar, los oprimidos entre los oprimidos”.
La historia de Haití se le apareció como una prolongada historia de una terrible lucha entre ricos y pobres, entre el bien y el mal. Le fascinó la cultura, la música, el idioma. la pintura y el vudú.
En 1983 aterrizó en Port-au-Prince y se dirigió a Mirebalais, en la meseta central para después instalarse en Cange, un lugar espantoso, polvoriento sin las mínimas condiciones de higiene y refugio.Farmer creó en Cange y. en las aldeas aledañas un sistema de salud pública. Con donaciones de Harvard se construyeron instalaciones y un servicio de agua potable .Realizó un censo que le permitió captar la magnitud del problema de la malaria, tuberculosis y Sida. No lo detuvieron las faltas de recursos y consiguió de sus amigos y laboratorios contar con las drogas necesarias para tratar a todos los enfermos.
Durante esos primeros años, repartía su tiempo entre Harvard y Haití. Su enorme capacidad le permitió abarcar ambas tareas y sobresalir como alumno, médico y antropólogo. A mediados de 1990 Farmer comenzó a medicar pacientes con tuberculosis resistente a múltiples drogas. En ç esa época la OMS consideraba que no debían tratarse esos pacientes en los países pobres. Farmer comenzó una cruzada mundial que lo llevaría a desafiar este dictamen de la OMS. Su experiencia en Haití donde logró la curación de muchos tuberculosos desahuciados lo llevó a numerosos lugares del planeta para implementar el tratamiento que se negaba a estos pacientes. Una de sus últimas tareas fue organizar y desarrollar el tratamiento de los presos de Rusia. En el 2002 la OMS adoptó nueva pautas para combatir la tuberculosis, inspirada en los trabajos de Farmer. Su obra, nacida en las tierras más pobres de Haití se ha extendido por todo el mundo.“No puedo dormir. Siempre hay alguien que no está siendo tratado. Eso es algo que no puedo soportar”.Vida y obra admirable que nos reconcilian con la humanidad.
Ver aquí partners in health, organización fundada por Paul Farmer.
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